miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sueño de Barrilete - Breve reseña histórica


* Breve descripción sobre la historia de la institución (quiénes la fundaron, hace cuánto, quiénes la integran hoy, su sede, objetivos y fines de la misma).

Cuando hablamos de chicos atravesados por la problemática del trabajo infantil, chicos en situación de calle en el contexto de la provincia de Buenos Aires, ineludiblemente hay dos Programas que aparecen como referentes en la historia de los últimos 30 años, en lo que a la temática que nos convoca se refiere. Y no por esto las únicas en la actualidad.

La pionera se encuentra en el Gran Buenos Aires, Avellaneda precisamente y se trata ni más ni menos que la ONG PELOTA DE TRAPO, fundada por Alberto Morlachetti.

Y hace 26 años, en Bahía Blanca nacía CASA DEL MENOR EN LA CALLE (hoy) SUEÑO DE BARRILETE, la segunda utopía, y con el objetivo de establecer un puente entre la pobreza, la exclusión, generadora de “chicos sin juguetes”, y una sociedad que debe generar los anticuerpos a partir de asumirlos como propios, y no como un sobre relieve de la acuarela urbana.

Y hablo de utopía como ideal, como SUEÑO DE BARRILETE, majestuoso, imponente allá en lo alto, artesanalmente construido, pensado. Y abajo, deseado y finalmente disfrutado por ese niño al que se le ha brindado la oportunidad de vivir.

Lo que no es poco: OPORTUNIDAD DE VIVIR.

Quienes fueron los mentores de este SUEÑO, si bien tuvieron como fuente de inspiración a la vieja PELOTA DE TRAPO, tuvieron la osadía, la valentía de pensar un proyecto que rompía a mediados de la década del ’80, con la metodología de la “desaparición”. Y hago referencia al término DESAPARICIÓN literalmente según lo que la Real Academia Española define: Hecho de dejar de estar presente una persona, animal o cosa en un lugar.

Si retomamos la definición de DESAPARICIÓN, que coincidentemente formó parte de la metodología llevada a cabo por la dictadura militar, y para un país como el nuestro, “crisol de razas” (habremos escuchado esta frase alguna vez), no hay peor cosa que acostumbrarnos a que en nuestra geografía haya DESAPARECIDOS y SOBREVIVIENTES. Este juego de palabras que nos duele o que al menos debería dolernos, por lo que históricamente representan, para muchos son simplemente eso, palabras que pertenecen a nuestro vocablo castellano.

Para aquellos que pensaron SUEÑO DE BARRILETE en 1985, como les decía, y los que tuvimos el honor de continuar su obra, partieron de la premisa que la metodología del ocultamiento, del encierro, de la desaparición (tomando en cuenta la Ley de Patronato que por entonces regía los destinos de “niños pobres” en la Provincia de Buenos Aires) debía desterrarse como ideología para el abordaje de la problemática de chicos en situación de calle, de trabajo infantil. Debíamos hacer visible lo que otros se empeñaban en ocultar.

Para esto, el rol protagónico debía ser del niño y su familia, indefectiblemente. Y desde entonces nuestra metodología de trabajo fue y es netamente inclusiva. No podíamos ni debíamos erigirnos ya como jueces ante esa pequeña historia de vida, sino como PUENTE.

Por entonces la modalidad de trabajo giraba en torno a un Centro de Día, el cual estaba abierto los 365 días del año en el horario de 6:00 a 22:00 hs., y a través del cual los aproximadamente 30 chicos que allí concurrían en forma voluntaria, recibían atención en algunas necesidades básicas (alimentación, higiene personal, atención médica, recreación, diferentes talleres, etc.). Funcionábamos en una dependencia del Hospital Leónidas Lucero, específicamente sobre calle Bravard; la particularidad era que la provisión diaria de los alimentos tanto para el almuerzo como la cena, nos la proveía la cocina del mismo hospital y la comida por ende, era la misma que estaba en el menú de cada día para las personas internadas en dicho nosocomio.

La captación de los chicos en situación de calle, era generada por aquellos niños que participaban del Programa, quienes transmitían sus vivencias generando expectativas a otros pares, invitándolos a participar también de la experiencia.

Hasta principios de la década del ’90, las modalidades visualizadas de trabajo infantil en nuestra ciudad, tenían tres (3) formas principales: lustra botas – venta de diarios (canillitas) y mendicidad.

En sus inicios el plantel estaba compuesto por el Equipo Técnico (dos Trabajadoras Sociales, una Psicóloga y un Coordinador) y cuatro referentes adultos a cargo de la atención directa de los niños.

Con el correr del tiempo y las vivencias más las necesidades que fueron apareciendo, se fueron dando variables en la metodología de trabajo. Tal es así que en el año ’94 se produce la primera reforma importante dentro del Programa, incorporando la figura y la metodología del Operador de Calle como columna vertebral del mismo.

Ya desde el año ’89 nuestra sede está en calle Pueyrredón 157, donde a su vez funciona el Centro de Día y al que asisten diariamente de lunes a viernes 45 chicos entre los seis (6) y los dieciocho (18) años en horarios contrarios a la concurrencia escolar y de acuerdo al nivel educativo en que cada uno se encuentra.

* ¿Cómo se sostiene hoy?

“Sueño de Barrilete” es una dependencia Municipal, por ende presupuestariamente y en lo que concierne al sustento económico general, sueldos del personal y los gastos para la atención y la cobertura de cada una de las necesidades, está bajo la responsabilidad de la Municipalidad, y un porcentaje menor pero que representa una ayuda significativa para varias de las actividades que desarrollamos particularmente en el Centro de Día, proviene de diez Becas de Provincia. Técnicamente dependemos de la Subsecretaría de Niñez; Adolescencia y Familia.

* ¿A quiénes está dirigido su trabajo? ¿Cómo es el trabajo en el centro de día?

La conceptualización que la COPRETI (Comisión Provincial de Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil) nos acerca sobre el trabajo Infantil, objetivo de nuestro abordaje, hace referencia a aquellas actividades económicas y/o estrategias de supervivencia, con o sin finalidad de lucro, remuneradas o no, realizadas por niñas y niños por debajo de la edad mínima de admisión al empleo establecida en cada país, independientemente de su condición ocupacional.

Dentro de las modalidades de trabajo infantil que desde Sueño de Barrilete abordamos a partir del trabajo de los Operadores de Calle, tenemos mendicidad, recolección de basura para posterior reciclado y aprovechamiento, cartoneo, lavado de coches, limpia vidrios, venta ambulante de diversos productos, participación en espectáculos callejeros, trabajo en mercados, entre otros.

Obviamente la tarea que se despliega a partir del contacto con un niño en situación de calle, involucra a diferentes referentes en la vida del mismo, directos o indirectos. Es decir, desde la propia familia, escuela, clubes barriales, salas médicas, etc. y con el principal objetivo que es precisamente el de ofrecer alternativas que permitan modificar, suplantar la condición de trabajo infantil por actividades que favorezcan su inclusión.

En el año 2008, y a partir de la implementación el año anterior, de la Ley 13298 de Promoción y Protección de Derechos del niño, adolescentes y jóvenes que plantea la corresponsabilidad como una de las herramientas que posiciona a la sociedad organizada en su conjunto y en la que cada uno tiene no solo la posibilidad sino la obligación de hacer su aporte en la dirección de contrarrestar la situación de vulneración de derechos en la que se halla un niño/a, sentimos que debíamos estrechar fuertemente vínculos con la institución Escuela. Al respecto, creemos que la escuela no sólo debe cumplir con su función educativa formal dentro de un horario pre establecido para el logro de su objetivo, sino que debe cumplir con un fin social más amplio, contenedor para con aquellos niños que hoy están dentro de sus aulas como para con aquellos adolescentes y jóvenes que han pasado su niñez por las mismas.

Debe ser un espacio ampliamente aprovechado para trabajos de grupo, charlas, capacitaciones, para expresiones culturales, artísticas a través de las cuales se genere un sentido de pertenencia hacia la escuela. Con esto no queremos decir que las docentes deban ampliar su espectro de trabajo específico, sino que aquí es donde consideramos que diferentes efectores y más aún pertenecientes al Estado (Municipal como es nuestro caso), debemos acercarnos y hacer un aporte complementario, acorde a la función y a los objetivos institucionales.

Esto fue, de alguna manera, la idea impulsora para comenzar a incursionar dentro de las aulas y teniendo como base del trabajo, los Derechos del Niño.

Y el terreno y el tiempo propicio nos ubicó desarrollando la prueba piloto en la Escuela N° 37 y en la cual nos fortalecimos durante tres años. Esta maravillosa experiencia fue en cierta forma contagiosa, sumándose para el período escolar 2009/2010, la Escuela N° 52. En ambos establecimientos, sinceramente nos hicieron sentir como en nuestra propia casa.

El nivel de apertura, de colaboración y participación por parte de directivos, equipos técnicos y docentes en ambas escuelas permitió coronar el proceso de comunicación y participación con los niños.

Actualmente y con la misma receptividad, la experiencia la estamos llevando a cabo en la Escuela N° 48, y pensamos acompañar el proceso de integración entre los niños que asisten en Sala de 5 del Jardín 949 y la misma Escuela (para quiénes no conocen, ambos establecimientos se encuentra uno al lado del otro), realizando algunos talleres con los más pequeños.

Es para destacar que las clases-taller se llevan a cabo en todos los cursos en ambos turnos de cada escuela, siendo adaptadas al año correspondiente, considerando las edades de los niños, obviamente. Esto implica a los operadores un trabajo artesanal previo importante, dado que en dichas clases, pretendemos que los chicos participen activamente y para esto, lo que implique además de la palabra elementos desde lo lúdico, lo artístico, actividades plásticas, es maravillosamente recepcionado por ellos.

En el Centro de Día de calle Pueyrredón, entre todas las actividades como la de apoyo escolar, tenemos como objetivo despertar en los chicos todo su potencial expresivo. Para esto, los Referentes Adultos utilizan diferentes herramientas por medio de talleres adecuados y adaptados a las necesidades de los chicos y de acuerdo a sus edades.

Continuando con este contexto cultural, de educación no formal, pero que apunta a descubrir en los propios chicos toda la capacidad creativa, de investigación y reflexión, desde el año 2004 el Boletín EL OMBÚ, otra de las alternativas que ofrecemos a adolescentes y jóvenes, llega a más de 50 escuelas, hogares de ancianos, bibliotecas populares, instituciones que abarcan distintos enfoques metodológicos con niños en situación de vulnerabilidad y público en general.

Al respecto de EL OMBÚ, estamos buscando empresas que apadrinen a cambio de publicidad nuestras ediciones, permitiéndonos de esta forma, una mejor calidad de impresión gráfica. Además, a partir de contar con quien nos solvente los gastos de gráfica, la idea es lanzar una suscripción anual absolutamente accesible, con el objetivo de que los jóvenes que participan del Consejo Editorial puedan recibir un incentivo económico para solventar gastos personales mínimos.

Otro de los talleres destinados a adolescentes y que funciona en nuestro Centro de Día de Pueyrredón 157 y al que los chicos han bautizado con el nombre de “Gepetto”, se confeccionan juegos didácticos en madera destinados a niños de jardines de infantes.

Este proyecto se inicia a partir de un Programa de la provincia conocido como PROYECTO ADOLESCENTE, que en nuestra ciudad beneficiaba a más de 800 adolescentes y jóvenes incorporados a diferentes talleres, y que hace dos años atrás, desde la gobernación decidieron la discontinuidad en toda la provicnia, determinando su baja.

Volviendo al taller “Gepetto”, hoy estamos al igual que con el boletín EL OMBÚ, procurando el soporte económico que viabilice e incentive a los jóvenes para que el producto llegue a los más chiquitos.

* ¿Cómo perciben que los ve la sociedad? ¿Cómo es trabajar en el ámbito social en Bahía Blanca?

Realmente no es un aspecto que nos preocupe o en el que nos detengamos a pensar. Y no lo digo desde el concepto o la afirmación “no nos interesa”. Consideramos que debemos proyectar nuestro trabajo más allá de las cuatro paredes de nuestra institución y es lo que venimos haciendo desde hace 26 años, es la manera que nos permite no solo visualizar los cambios que se van produciendo en la sociedad sino adaptar nuestra metodología para estar en sintonía con los mismos. Por otra parte, debemos como institución estar presentes e informando a la sociedad para que por ejemplo, y en lo que tiene que ver con la respuesta que habitualmente el vecino que ocasionalmente se encuentra con un niño, un adolescente, un joven en una esquina que nos interpela a través de la actividad que desarrollan como la mendicidad, venta ambulante, cartoneo, limpia vidrios, nos arranca distintas actitudes, sensaciones. La que prima es la “lástima” que nos provoca. Y a cambio, muchas personas optan por “salvar la situación” y a cambio, entregan una moneda. Consideramos que esto ocurre fundamentalmente por desconocimiento. Desconocimiento de lo que esta actitud provoca en la vida del niño que recepciona esa moneda:

* Los niños que realizan algunas de las actividades anteriormente señaladas, tienen dificultades para ir o permanecer en la escuela.

* Perpetúa el círculo de la pobreza.

* Perjudica, obstaculiza e impide el desarrollo físico, mental, espiritual y social del niño que lo realiza.

* Tienen limitadas sus posibilidades para jugar y descansar en los lugares apropiados.

* Se exponen a espacios y situaciones de constante riesgo y vulnerabilidad.

* Pierden su autoestima.

* Enfrentan conflictos de adaptación social y traumas.

También existe el desconocimiento de cuáles son las alternativas que se les ofrece a los chicos atravesados por esta problemática en nuestra ciudad, y que en cierta forma coadyuvaría a la toma de conciencia por parte de las personas, evitando el anclaje a una condición que los anula. Aquí es donde nosotros debemos estar presentes mostrando que hay alternativas, y nosotros somos una de ellas.

Independientemente de este aspecto, sí notamos desde hace unos años un mayor compromiso por parte de los vecinos de nuestra ciudad en lo concerniente a estar atentos, preocupados al detectar la condición de vulneración de derechos en la que pueda encontrarse un niño, y ante la duda requieren nuestra intervención.

* ¿Cuáles han sido las principales barreras y, por otro lado, los proyectos que aún les queda por realizar?

Nuestra actividad está plagada de obstáculos, de dificultades propias de la problemática abordada. Internamente el principal fantasma al que hay que superar, erradicar, es el de la frustración. Dado que los cambios que se producen desde el momento de intervenir no siempre son lo rápido y efectivo que uno desearía y más teniendo en cuenta que de ello depende un niño. Por eso en este punto es donde priorizamos el trabajo interno, la capacitación de todo el personal que trabaja en Sueño de Barrilete, que nos permita no solo aunar criterios, enriquecernos teóricamente sobre distintos ejes temáticos sino también fortalecer los vínculos interpersonales, que es lo que en definitiva hace de minimizador ante las dificultades que se van presentando y favorecen el trabajo en equipo.

Con respecto a proyectos por cumplir, creo que en lo inmediato están prioritariamente los dos que involucran a la etapa etaria de los adolescentes y jóvenes y que ya mencionara durante la entrevista: el Boletín El Ombú y el taller “Gepetto” de confección de juguetes y juegos didácticos en madera.

* ¿Qué es lo que los caracteriza? Es decir, ¿tiene la institución alguna cualidad que se destaca?

Considero que si algo nos identifica, nos caracteriza, es la capacidad de adaptación a los cambios. Siempre apostamos a más y aunque el NO es una respuesta muy habitual en nuestro ámbito, no la aceptamos como una alternativa válida cuando se trata de favorecer la inclusión de un niño vulnerado en sus derechos.

* ¿Cuántos chicos han pasado ya por su sede?

Algunos más de seiscientos han participado de las actividades en nuestro Centro de Día a lo largo de estos 26 años, y otro número similar formaron parte del trabajo de los Operadores de Calle desde el ´94 a la fecha. Y lo gratificante no es la cantidad de niños que pasaron por nuestra sede sino en realidad el hecho de poder haber sido un PUENTE entre las circunstancias que lo llevaron a una situación no deseada en la calle y su inclusión en la sociedad, restituyéndole su condición de niño y/o adolescente.

Obviamente los resultados obtenidos con todos ellos tuvieron sus matices, y con algunos no supimos o no pudimos encontrar la llave que abriese la puerta adecuada para franquear el paso a un camino más esperanzador. De cualquier manera partimos de la convicción que si nuestra entrega esta sazonada por el afecto, en algún punto un brillo de esperanza aparecerá.

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